Ahora no digas que no te acuerdas de mí, no me lo creo. Si es necesario, sacaré a relucir esas lágrimas que te mostraron mi ser más íntimo. No te hagas la dura, sabes que sigo siendo yo, aunque no quieras reconocerlo. No soy otro, aunque ahora, viendo cómo marchas por el horizonte, me hubiera gustado serlo. Ahora me arrepiento de ser humano, un verdadero estúpido que siente dolor y sabe que tardará mucho tiempo en curarse. ¡Adiós!, yo siempre estaré aquí,