Balada de una policromía triste

Imagen: Pixabay

Recuerdo aquella vez, cuando entre recelo y puñales te ofrecí el aval de mi corazón, con todo el cariño del mundo, mientras mi felicidad se pintaba en policromía en tu ser; o eso creí yo. ¡Qué ingenuo! ¡Me adelanté sin querer verlo, ni tan siquiera con lupa! Tu corazón no fue más que un cepo que supo apresar mi amor, cual cordero pastando en verdes prados. Tanto tiempo después, tras librarme del yugo, me convertí en el antagonista de una historia que habías dibujado en tu cabeza, pero a la que jamás quisiste dotar de vida. Triste, tanto o más que la balada de un copo de nieve tocando el suelo sin llegar a cuajar.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *