Uñas de gel

Ayer te vi; tú a mí no porque suelo ser muy cristalino, pero eso no fue lo importante. Te miré de reojo, con mucho cuidado para no delatarme. No pude quedarme con tu cara, pero te imaginé por culpa de tu largo e insinuoso cabello negro que cubría tus orejas…todavía lo sigo haciendo. Perdura el agradable olor de ese perfume que escogiste de forma muy selecta, con un toque dulce, avainillado, con la única intención de cautivar a cualquiera que se cruzase con tu paso; soy un glotón y caí. Me pareciste una mujer muy coqueta, vestida con un bonito color oliva que dejaba bien visible tus morenas y largas piernas. Ocultabas tus pensamientos tras las oscuras gafas de sol; y después, tu lenta y relajada respiración, convertidas en un movimiento muy sensual, mientras cada suspiro empezaba con el vaivén de tus pechos para terminar en las puntas de las enormes uñas de gel que estaban preparadas para arañar. Fue justo ahí cuando me rajaste el corazón sin mediar palabra, porque en ese mismo instante te volví a imaginar; tal vez por eso lo hiciste, te cruzaste en mi pensamiento.

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