Colgado

No soy más que un peluche entre tus brazos. Nunca quise dejar de serlo. Siempre me encontré ahí, arropado en tus pechos. Con el tiempo me confié, quedé relegado a un segundo plano. Algo empezó a ir mal entre nosotros. Pusiste tus ojos celestes en otro pelele. Este no se conformó con seguirte el juego, como lo hacía yo. Te puso las cosas duras, y logró que tus ojos derramaran un mar de lágrimas. Probaste lo que diste a probar: la amargura de no sentirse correspondido.

Pero ahí estuve yo, conforme siempre lo había hecho, dispuesto a cerrar el grifo de tus ojos. Nunca me arrepentiré de ello. Lo que siempre me gustó de ti, era verte feliz. Jamás me sentí usado, y aún menos ahora, tendiendo tu colada mientras disfrutas de un café con alguno de tus amigos. Quizá el que debería estar colgado del tenderete de la ropa sea yo. Estoy colado por ti, como un verdadero gilipollas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *