Decides hacerme feliz cuando creo que todo está perdido; entonces mis dedos piden permiso a los tuyos y se suman en un verdadero éxtasis de caricias.
Siempre quedará en mi mente ese corto recorrido de placer en octubre. Para mí eres eterna, como esa botella de sidra que te prometí y que jamás beberemos juntos.