Primera jornada de firmas del 2022

El pasado martes estuve en Librería Argot (Castellón), en la que fue la primera firma de este año 2022. Quiero agradecer a los libreros su  amabilidad, y a todos los lectores que se acercaron para saber más de mis novelas. ¡Gracias!

El hijo de Parmenión

Ya no tengo fuerzas para seguir luchando por lo que me inculcó mi padre. Cada vez me cuesta más motivar a mis fieles soldados. ¿Para qué sirve derramar tanta sangre inocente? En un principio luchábamos por salvaguardar lo nuestro. Ahora, es bien diferente, morimos por un puñado de políticos ambiciosos. Su bienestar no es otro que cebarse con manjares y disfrutar con las más bellas doncellas. Demasiada lujuria es lo que existe en las alcobas reales. Nunca han querido darse cuenta de la realidad: nuestra gente muere de hambre, no por guerras.

Imagen: Pixabay

«Los cerdos ya están demasiado gordos, es hora de repartir la carne entre el pueblo», es lo que suele decir mi querido hermano Filotas. Razón no le falta, pero esta pasión algún día le costará la vida. Mientras tanto, seguimos a las órdenes de un Alejandro desaliñado, por culpa de sus excesos nocturnos. Vino, sexo y alguna que otra depravación es lo que, con seguridad, debe recordar en la batalla, cuando el resto damos la vida por él y su ansiado imperio. Ha perdido el rumbo, quizá sea el momento de que una espada perdida cambie nuestro rumbo. Ojalá algún dios se decida a ayudarnos.

 

 

La fragancia del amor

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Me llevaste de la mano al firmamento; a poder tocar con las yemas las nubes; a sonreír al vacío, y luego mirarte de nuevo; a cerrar los ojos e imaginar que de verdad me amas, que no existe ninguna frontera a nuestra pasión; me enseñaste a saltar la barrera de mis miedos, a pegar patadas marciales a los que mordisquean mis sueños. Me llevaste de la mano para enseñarme todo eso y,  al final, no pude decírtelo, pero sé que lo viste dibujado en mi rostro. El amor es una fragancia duradera.

 

El último tren

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Todavía recuerdo nuestro último adiós, antes de que el tren marchase. Fue tan especial como el primer beso que nos dimos, el principal indicio de nuestro amor. Por mucho que quisiese olvidar nuestro triste destino, me es difícil borrar de mi cabeza esos luceros llorosos. No te sientas culpable por ello, es cosa del destino y, contra este, nada se puede hacer. Tan solo quiero que me recuerdes como la persona que he sido a tu lado: un hombre enamorado de tu belleza. Puedes olvidar todo lo demás si lo consideras oportuno. Se marchó el tren, tras el último aviso, y quedé vigilando como tu vagón se perdía sobre el horizonte. Mientras tanto, ya te añoraba y escribía esta misiva en mi mente.

 

Eres poesía

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Quiero escribir poesía, como esa noche en la que el sol nos despertó y la única libreta que tenía entre mis manos era la de tu cuerpo solapado al mío; y te canté al oído lo que a la luna le gusta escuchar del sol, todo un imposible de circunstancias que aun así, hizo que aquel momento valiera la pena. Hoy vuelvo a sentirme poeta, y no es que quiera volver a retozar contigo, me vale con ese recuerdo de la única vez que ocurrió.