
@XaviviGarcia
Mi pasión está entre las letras, en solitario y con sentimiento en bicromía.
@XaviviGarcia
Este mes ha salido publicada la nueva edición de «Siroco», editada por Hadarion Ediciones. En el vídeo te hablo un poco sobre la novela.
¡Hola! Recordad que el 24 de julio, a partir de las 18:00 horas, estaré en @Librería Argot para hablar de Siroco y de novela negra. ¡Os espero para tomar un café!Hadarion Servicios Editoriales
Publicada por Javier García en Sábado, 18 de julio de 2020
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Enloquezco
cada vez que me hablas;
mientras miro esos labios
que bailan dictados por el compás
de tus sugerentes palabras.
Y te miro, una vez más…
y me pierdo cuando pienso
haciendo un inútil equilibrismo
con el único anhelo de besarlos,
a sabiendas de la locura
de caer en tus pechos.
Y te miro, perdido, ardiendo;
mientras al final,
como un café en las manos,
me doy cuenta de que los sueños,
sin edulcorante, son amargos.
Y esa es la realidad.
@XaviviGarcia
No llevéis flores
a los difuntos,
por aquello de la astenia.
Que ellos son más de amores
que de claveles y gladiolos.
No, no les llevéis flores;
llevadles, si eso, melancolía,
para que sean sabedores
que entre pecho y costilla,
no hay pena, sino alegría
por un amor que desfalleció,
pero que nunca se apagará del todo.
@XaviviGarcia
Solías ser
el Sol en mis dunas,
la Luna entre las dehesas;
y, pese a todo,
Virgo cuando me besabas.
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En el patio del colegio
habitaban policías y ladrones;
doctoras y enfermeros
que curaban todos los males.
En el patio del colegio
ninguno hablaba de transacciones,
ni de primas ni de riesgo,
tan sólo se vivían emociones.
En el patio del colegio
se engendraban amores inconfesables,
que entre risas y empujones
perduraban con el vaho en los cristales.
En el patio del colegio
quedaron nuestras ambiciones.
@XaviviGarcia
Mamá contaba
en sus noches de desvelo,
los granos de arroz y
lentejas que guardaba.
Siempre con el desconsuelo
de los agujeros sin zurcido,
con el verdadero cariño
que, entre llantos e hilo,
una hambruna vislumbraba.
Y ella, pese al dolor y el silencio,
hacía de toda la desdicha
una rumba, sin más moraleja,
que un camino lleno de polvo,
con la sonrisa de un caminante
que sabe, que pese a todo,
al final, siempre llegará una recta.
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