
La horrible condena de ser hijo de la montaña y no poder apagar sus demonios.
Mi pasión está entre las letras, en solitario y con sentimiento en bicromía.
La horrible condena de ser hijo de la montaña y no poder apagar sus demonios.
Los domingos no suelo escribir. Soy más de vomitar letras. Las mismas que durante la semana quedaron alojadas en la boca del estómago, sin digerir. Un adiós, un hasta luego o, quizá, un te quiero mal aliñado que espera el momento justo, como la última bala en la recámara, para salir… Ya no sé si para salvar o ajusticiar ese monólogo interno que se repite como un mal alioli de supermercado. Y, al final, el gris de un inicio dominical, da apertura al exilio de mis males, sin la pertinente confesión parroquial, pero con todas esas letras que escribí y ahora desdigo con ellas esparcidas por el suelo. Siendo justos, con la fregona en la mano y el hedor del daño que me hicieron por su mala conjugación, sonrío tras la última lágrima regurgitada . En cualquier caso, fui, soy y seré ese despoema sin sentido y en bicromía. No está mal.
Ayer te vi. Sí, una vez más; desde la seguridad de la distancia. Tú no me viste, pero sé que sentiste la chispa, esa extrañeza que tantas otras veces sentimos los dos. Te vi: de pie, con el teléfono en la mano, mientras pactabas alguna promesa. Pero no a mí. Esta vez no. ¡Joder! ¡Qué preciosa estabas! Yo, sin embargo, parecía un extraño desde la acera de enfrente. Quieto. Impasible. Tan sólo quería verte y que tú no me vieras, como ese fantasma que me he convertido con cada una de mis letras perdidas. Como tú. Como nosotros en un adverbio mal conjugado. Ayer te vi. Y, a pesar de todo, aún te tengo en mi mirada.
@XaviviGarcía
Me declaro culpable
de mis manos
sobre tu cintura;
de los cantares
de almohada,
mientras te decía
que contigo, en mí,
no existía más agonía
que la de un cheetos en tu boca;
siempre he anhelado tu mordida.
Sí, soy culpable…
de la rima de tu mirada
pactada con la mía,
en un amor que no veía
el peligro de Despeñaperros.
Y, a pesar de todo,
del dolor de la penitencia
y haber pasado al olvido,
aún te amo sin peros;
aunque dueles tú, yo…
y las promesas sin cumplido.
@XaviviGarcía