Provengo de ti. Todavía recuerdo esas excursiones por tu cuerpo, un sendero regado por mis besos buscando la felicidad en forma de lujuria. Añoro el calor de tus ojos convertido en sol, mirándome a la vez que mis jadeos te pedían la mano. Mi risa, tonta, reclamaba a voces tu compañía. Tú lo hacías después de asegurarte de que me encontraba perdido, de que mis suplicas por acariciar tu piel eran sinceras; y tanto que lo eran, por eso me permitiste pasar, regalándome todos tus sentidos: tu olor, tu tacto… tantos recuerdos para poder elegir y me quedé con lo que más me provoca deseos húmedos, tu sabor. Eres mi patria, mujer, y tengo ganas de regresar a ti.
Si no volviese a besarte moriría en el destierro,
que son tus labios mi sangre, mi patria, y mi cielo…
Grande, Javi!!
La patria del corazón es la que importa.
Y puede abarcar mucho más que unas limitadas fronteras…
Así es, Cristian.
Mil gracias por dejar huella con tus versos en este humilde destierro. ¡Un abrazote!