Se cansó de los hombres estúpidos, y de jugárselo todo en citas a ciegas que le organizaban sus amigas. Se apuntó a un portal web para buscar pareja. Puso el ratón sobre el campo de texto y escribió: «chico joven, atractivo, guapo, romántico, con dinero, inteligente, que no le guste el fútbol, atento, apasionado, depilado, simpático, hijo único, sin madre…», le dio al botón search.
Nunca recibió respuesta por parte del software. La red cayó a nivel mundial. Fue el fin del mundo.