Prometeo

Imagen: Pixabay
Prometo ser la segunda manta,
en invierno, bajo el edredón;
la histamina que ahuyente
los males de tu respiración.
Porque sin ser tiempo de frío,
nace en mí, aislarte
el gélido mal de septiembre.
Por favor, no lo pienses
y déjame, una vez más, abrazarte.
Se cuenta de este pordiosero,
que rompió la última carta;
y lo pagó, tan caro,
que no vive de la limosna,
sino de trozos de papel…
no de pena, sino de ilusión,
del recuerdo, como el amante
que fue entre tu pecho y cuello,
pegando las partes, como infante,
de la unión de un collage:
muchos trozos y poco pegamento.
Y esa promesa, la de amarte,
ya no será un eterno silencio,
sino que gritaré al cielo,
con rabia y con furia,
como el verdadero anhelo
de esta jodida vida, la mía.
Lo prometo…
déjame ser, déjate estar,
y verás la gula de mi pecho
por dejar día tras día,
con las arrugas de mi cara
y la plata de mi pelo,
pereciendo con la alegría
de saberme tu Prometeo.
@XaviviGarcía

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