Amor de madre

Siempre que me preguntan si tengo familia, digo que soy madre soltera luciendo una sonrisa de oreja a oreja. Cuando digo que tengo cinco bichejos emancipados y viviendo en un acuario, se extrañan y me preguntan si son biólogos marinos. Al negarlo y decirles que simplemente son cinco hermosos calamares, se quedan asombrados. Es habitual que me pregunten si estoy de broma. Jamás me tomaría a guasa los temas relacionados con mis hijos. Es más, cuando frunzo el ceño y hago notar mi seriedad, la gente se ofende y me dejan con la palabra en la boca, como si estuviera loca. Y no es verdad, no estoy mal de la cabeza. La cuestión es más sencilla, aunque haya personas que no logren entenderlo. Por algún motivo bastante desconocido, algún calamar que tomé años atrás, engendró nueva vida en mí. Para la mayoría, el hecho de pensar en ello, supone una aberración. Yo simplemente lo tomé conforme vino, soy muy feliz con ello. El que no tuvo la felicidad de sentirse amado, nunca podrá ofrecer a sus hijos el amor que no tuvo.

Mis calamarcitos, ni fuman, ni beben, ni se drogan. Se comportan de manera muy educada. Nunca se atrevieron a levantarme la voz, y por ese motivo me siento muy orgullosa de ellos. Ahora tomo mis precauciones, ya no hago nada a pelo. Siempre hiervo a conciencia cualquier alimento antes de ingerirlo. No está la vida como para tener más hijos.

 

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