Se desliza
como serpiente jugando,
mi lengua en tu miel;
placer, y quizá pecado
al sentir tus manos
erigiendo el faro del regocijo,
señalando la llegada,
con rumbo desorientado,
de una tormento húmeda;
y llueve, sólo llueve;
en tu boca, en la mía,
el deseo en forma de vapor,
mientras escuchamos juntos
la calma en la punta del rompeolas.