Rosas

La joven, dolida, le preguntó a su abuela por el amor.

–¿Por qué algo tan bonito puede causar tanto daño?

La anciana, con su gesto dulce, acarició a la nieta e intentó consolarla.

–Las rosas, a pesar de su precioso color y agradable perfume, también tienen espinas; no es lo mismo ser florista que jardinero.

La chica sonrió.

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