Culpable

Imagen: Pixabay

Me declaro culpable
de mis manos
sobre tu cintura;
de los cantares
de almohada,
mientras te decía
que contigo, en mí,
no existía más agonía
que la de un cheetos en tu boca;
siempre he anhelado tu mordida.

Sí, soy culpable…
de la rima de tu mirada
pactada con la mía,
en un amor que no veía
el peligro de Despeñaperros.

Y, a pesar de todo,
del dolor de la penitencia
y haber pasado al olvido,
aún te amo sin peros;
aunque dueles tú, yo…
y las promesas sin cumplido.

@XaviviGarcía

Ser de…

Imagen: @XaviviGarcía

Yo soy de ONDA, de su castillo y
todas sus torres desgastadas.
De les ESCALETES DELS GATS;
de San Ramón Nonato
y el canto de sus feligreses.
De L’ESCOLAORA, empinada,
y cada uno de sus agujeros
en los pantalones de pana.
De la sonrisa de María,
que sin querer ser doña,
ninguno de nuestros goles
le molestaba, sonreía…

Yo soy de la MORERÍA,
porque sin ella no sería
la avispada y curiosa persona
que logra, en su memoria,
recordar las vinagretas
como un campo de amapolas.

Yo soy, también, de PIO XII,
de la lambada de sus fantasmas.
De doña Pilar y Juan Carlos,
y toda su quinta del ochenta y uno.
De aquel precoz tanga de vedete
extraviado en las manos de Teresa.
No fue un guiño simpático.
Tampoco el cajón de Navelates
que jamás llegaría a exprimirse;
a lo sumo, el llanto y las lágrimas
por haber perdido el jugo
de un derecho adquirido.

Soy de los que faltaron
y casi nadie recuerda
por miedo a sentirse viejo.
De los amores, inconfesables,
en la falda del Montí.

Soy de un beso resbaladizo
que comenzó a deshora
en un cuento mal contado;
y cada una de sus letras,
en completa dislexia,
compusieron cierto nombre
como el canto de un despoema,
a sabiendas que no sería lo pactado.

Yo soy de ONDA,
de su enorme término
que sólo habita su final
en el hueco de mi pecho.

@XaviviGarcía

 

Prometeo

Imagen: Pixabay
Prometo ser la segunda manta,
en invierno, bajo el edredón;
la histamina que ahuyente
los males de tu respiración.
Porque sin ser tiempo de frío,
nace en mí, aislarte
el gélido mal de septiembre.
Por favor, no lo pienses
y déjame, una vez más, abrazarte.
Se cuenta de este pordiosero,
que rompió la última carta;
y lo pagó, tan caro,
que no vive de la limosna,
sino de trozos de papel…
no de pena, sino de ilusión,
del recuerdo, como el amante
que fue entre tu pecho y cuello,
pegando las partes, como infante,
de la unión de un collage:
muchos trozos y poco pegamento.
Y esa promesa, la de amarte,
ya no será un eterno silencio,
sino que gritaré al cielo,
con rabia y con furia,
como el verdadero anhelo
de esta jodida vida, la mía.
Lo prometo…
déjame ser, déjate estar,
y verás la gula de mi pecho
por dejar día tras día,
con las arrugas de mi cara
y la plata de mi pelo,
pereciendo con la alegría
de saberme tu Prometeo.
@XaviviGarcía

El amor de la lavadora

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Me enamoran los poetas
que hacen versos viscerales,
con los riñones a prosa abierta;
que riman sin pedestal ni cincel.
Que hablan de lavadoras,
de su amor por la ropa sucia.
De los celos, tras el secado
del algodón en otros lares,
con todos los males que dicta
el escote de la amante
y un «te quiero» sin centrifugado.
Me enamoran los poetas
de pelo en pecho…
arrogantes tras los espacios
provocados por el arte y el silencio
de escupir verdades sin fresa ni nata;
hiera o hiera,
con la verdad, sincera,
que conlleva el calcetín, extraviado,
en el cesto equivocado.
@XaviviGarcía

Fuimos

Imagen: Pixabay

Tú y yo nos corrimos.
Sí, tan intenso como soez.
Fuimos secuaces
del deseo a lo bruto,
de un mordisco perdido;
de un lengüetazo,
aunque más bien fueron tres…

Fuimos
el jadeo constante
de una máquina exprés
que no alcanza freno.
¡Descarrilada en los sexos!

Fuimos betún sobre blanco;
y varios pecados capitales
sin orden, pero alineados.

Sobre todo, y bien lo sabes,
cosimos el anhelo
con la punta del pincel
en la brecha de tu boca.

@XaviviGarcía

Fuimos poema

 

Imagen: Gordon Johnson (Pixabay)

No me hables de poesía
si tú no estás en ella;
de verdad, no lo hagas.

Desde que las yemas
de mis dedos te leyeron,
no encuentro más rima bella
que los pareados que poseía
mi sonrisa frente la tuya;
siempre lo hicimos
verso a beso.

La calidad de los adjetivos,
los justos y pactados,
conjugando la pasión a verbos
cada centímetro de tu cintura:
yo, tú; besar, amar, anhelar…

Ahora, convertido en un pasado,
duele tanto, como el pecado
de un poema sin los acentos
de tu nombre sobre mi pecho.

Por favor,
no me hables de poesía
si no eres capaz de recitar
el bello poema que fuimos.

@XaviviGarcía

 

La mirada

 

Foto: @XaviviGarcía

Arde la marea
pasada la madrugada;
es incienso su mirada.

@XaviviGarcía

 

Angustia

 

Lo de verte,
sentir que pereces
tras una sonrisa solapada
al gris de tus venas,
no duele, hiere a muerte;
sobre todo por la coincidencia
de que tu último poema
rimaba con las lágrimas
de la danza que suscribe
el despecho de este amante,
que observa tu amarga lejanía,
por la inexperiencia del grumete
de un velero llamado Angustia.

@XaviviGarcía

Penitente

 

Imagen: Pixabay

¡No! ¡Que no puedo
permitirme jurarte!
No es cuestión de orgullo;
tampoco por el dolor causante,
sino por las amebas
alojadas en mi vientre,
que hacen que deshoje
las últimas fantasías
de un mal penitente
en el templo de tus piernas.

@XaviviGarcía