Háblame del AMOR,
de sus comas y puntos,
para darme cuenta
de lo torpe que he sido.
Mi pasión está entre las letras, en solitario y con sentimiento en bicromía.
Háblame del AMOR,
de sus comas y puntos,
para darme cuenta
de lo torpe que he sido.
Desde que se perdieron tus palabras
por el camino del sin sentido,
con una cobardía inimaginable,
quedando yo desnudo y desconsolado;
desde que tus besos, avergonzados,
decidieron marcharse de mi lado
por un amor inconfesable;
desde ese mismo frío instante
en el que la brisa me dejó olvidado,
yo todavía sigo aquí, nada distante,
abrazado y arropado por mi soledad,
esperando una respuesta coherente.
Sólo una respuesta, no pido más.
Siento tantas cosas,
como el olor de otoño, ajeno;
como que he roto el anhelo
de un bonito juguete.
En mis dedos no tiene arreglo.
Pero lo que más siento
y es un pesar tan grande,
es ver mi corazón rebotado,
de un lado a otro lado
sin encontrar la certeza de un gol,
ni siquiera rozar el palo.
Al fin y al cabo,
la portería siempre estuvo vacía.
Javier García Martínez
Y allí estaba la luna,
descosida por los besos que no le di,
que no fue por ganas,
sino porque me acordaba de ti…
…como un mal chiste, gracioso;
como un suspiro sin fin.
¡Qué tendrás, niña!
Que sin ser verso, rimas;
que sin ser historia, apasionas;
que sin ser mala, haces pecar.
¡Qué tendrás, niña!
Que cada vez que me hablas
se dibuja mi deseo en tu destierro,
mientras huyen las gacelas
sedientas de melancolía.
¡Qué tendrás, niña!
Que sin ser nada, todo representas;
como el amor que empieza en mi boca
y en la tuya, por desgracia, no germina.
Ahir, va ser ahir
quan no vaig poder dormir;
somniava ben despert
al cim del plaer.
I era tan curta la distància ,
tan vaga la veritat,
que només era una piga
la qual furtava els meus somnis.
Una piga, xicoteta piga,
la causant de tot el mal.
–ànimaferida–
A lo mejor,
entre el vacío de tu mirada
y el frío de tu corazón,
existo…
porque quiero creer,
porque quiero crear
amor ahí donde hay olvido.
Se desliza
como serpiente jugando,
mi lengua en tu miel;
placer, y quizá pecado
al sentir tus manos
erigiendo el faro del regocijo,
señalando la llegada,
con rumbo desorientado,
de una tormento húmeda;
y llueve, sólo llueve;
en tu boca, en la mía,
el deseo en forma de vapor,
mientras escuchamos juntos
la calma en la punta del rompeolas.