La oración del besugo

PRÓLOGO

Soy un pez, en concreto un besugo. Resido en mi pecera de Protección Oficial, con el espacio justo para moverme y no sentir el frío cristal tocando mi cola. Vivo solo, pero para el caso creo que eso da lo mismo; sé amar aunque no tenga a nadie para demostrárselo. Me valen mis versos, o mis besos, que le dedico a mi mundo redondo. Cuando abro la boca, aunque parezca que no diga nada, sí que lo hago. Hablo, canto y maúllo a la luna como cualquier otro ser vivo. Y siento, sobre todo siento… porque la poesía no entiende ni de razas, ni de costumbres, y aunque la métrica diga que solo unos pocos son válidos para adentrarse en ese arte, este pez que os habla os asegura que no tiene colegio para aventurarse en lo poético. Pese a este motivo mi corazón obvia las normas y recita palabras que a simple vista se convierten en burbujas para los demás, pero os aseguro que dicen mucho, aunque solo sea la oración de un humilde pez.

Si llevas el bañador puesto o simplemente tienes curiosidad por saber más del interior de un besugo, entonces sé bienvenido a mi pecera.

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