Poseidón

Imagen: GDJ (Pixabay)

Del mango de su tridente
y no de su punta,
se desliza la rabia
tormentosa de Poseidón;
de su inútil lagrimeo,
-porque un dios también llora-
en su pequeño Mediterráneo.

Y a su pesar,
ya no posee nada;
tampoco a nadie.
Ni siquiera ya, la que adora
cada uno de los soplos del sigiloso Levante
en un cálido verano,
olvida el recelo que ÉL
tuvo con Piscis en mar abierto.
No, ella cree que ya no merece
ni una simple oración,
ha perdido la fe en su cauce:

…ya no hay inmenso OCÉANO
…ya no hay complicado MAR
…ni tampoco RÍO por el que rece.

Y él, olvidado, en minúscula,
conjurado como un demonio,
-esa es la real ironía-
Lamenta mientras ella desdice
cada uno de sus verbos
conjugados, por aquel entonces,
entre la tierra y un simple mar,
convertido, ahora, en inabarcable desierto.

@XaviviGarcía

 

La vida en ámbar

Imagen: @XaviviGarcía

La diferencia entre borracho y alcohólico es ínfima. Para unos, la cerveza se trata de la belleza de la sirena de un lejano mar perdido. Para otros, una exótica lambada en un día cualquiera, que terminará con un verso roto en la punta de la lengua; aunque, con suerte, todo anotado con ilegible caligrafía en una grasienta servilleta de papel y la sensación del monstruo que sólo da miedo a uno mismo.