Poseidón

Imagen: GDJ (Pixabay)

Del mango de su tridente
y no de su punta,
se desliza la rabia
tormentosa de Poseidón;
de su inútil lagrimeo,
-porque un dios también llora-
en su pequeño Mediterráneo.

Y a su pesar,
ya no posee nada;
tampoco a nadie.
Ni siquiera ya, la que adora
cada uno de los soplos del sigiloso Levante
en un cálido verano,
olvida el recelo que ÉL
tuvo con Piscis en mar abierto.
No, ella cree que ya no merece
ni una simple oración,
ha perdido la fe en su cauce:

…ya no hay inmenso OCÉANO
…ya no hay complicado MAR
…ni tampoco RÍO por el que rece.

Y él, olvidado, en minúscula,
conjurado como un demonio,
-esa es la real ironía-
Lamenta mientras ella desdice
cada uno de sus verbos
conjugados, por aquel entonces,
entre la tierra y un simple mar,
convertido, ahora, en inabarcable desierto.

@XaviviGarcía

 

Grumete

Imagen: Pixabay

No me hables de tormentas,
del estremecido grumete
y cada uno de sus puertos.
No me hables, si no recuerdas
cómo aman las sirenas;
del exótico cruce de lenguas,
sin más sexo que el deseo
de dos lejanos amantes
que culminan el orgasmo
con un te amo, apellidado Ojalá.

@XaviviGarcía

Culpable

Imagen: Pixabay

Me declaro culpable
de mis manos
sobre tu cintura;
de los cantares
de almohada,
mientras te decía
que contigo, en mí,
no existía más agonía
que la de un cheetos en tu boca;
siempre he anhelado tu mordida.

Sí, soy culpable…
de la rima de tu mirada
pactada con la mía,
en un amor que no veía
el peligro de Despeñaperros.

Y, a pesar de todo,
del dolor de la penitencia
y haber pasado al olvido,
aún te amo sin peros;
aunque dueles tú, yo…
y las promesas sin cumplido.

@XaviviGarcía

Ser de…

Imagen: @XaviviGarcía

Yo soy de ONDA, de su castillo y
todas sus torres desgastadas.
De les ESCALETES DELS GATS;
de San Ramón Nonato
y el canto de sus feligreses.
De L’ESCOLAORA, empinada,
y cada uno de sus agujeros
en los pantalones de pana.
De la sonrisa de María,
que sin querer ser doña,
ninguno de nuestros goles
le molestaba, sonreía…

Yo soy de la MORERÍA,
porque sin ella no sería
la avispada y curiosa persona
que logra, en su memoria,
recordar las vinagretas
como un campo de amapolas.

Yo soy, también, de PIO XII,
de la lambada de sus fantasmas.
De doña Pilar y Juan Carlos,
y toda su quinta del ochenta y uno.
De aquel precoz tanga de vedete
extraviado en las manos de Teresa.
No fue un guiño simpático.
Tampoco el cajón de Navelates
que jamás llegaría a exprimirse;
a lo sumo, el llanto y las lágrimas
por haber perdido el jugo
de un derecho adquirido.

Soy de los que faltaron
y casi nadie recuerda
por miedo a sentirse viejo.
De los amores, inconfesables,
en la falda del Montí.

Soy de un beso resbaladizo
que comenzó a deshora
en un cuento mal contado;
y cada una de sus letras,
en completa dislexia,
compusieron cierto nombre
como el canto de un despoema,
a sabiendas que no sería lo pactado.

Yo soy de ONDA,
de su enorme término
que sólo habita su final
en el hueco de mi pecho.

@XaviviGarcía

 

Prometeo

Imagen: Pixabay
Prometo ser la segunda manta,
en invierno, bajo el edredón;
la histamina que ahuyente
los males de tu respiración.
Porque sin ser tiempo de frío,
nace en mí, aislarte
el gélido mal de septiembre.
Por favor, no lo pienses
y déjame, una vez más, abrazarte.
Se cuenta de este pordiosero,
que rompió la última carta;
y lo pagó, tan caro,
que no vive de la limosna,
sino de trozos de papel…
no de pena, sino de ilusión,
del recuerdo, como el amante
que fue entre tu pecho y cuello,
pegando las partes, como infante,
de la unión de un collage:
muchos trozos y poco pegamento.
Y esa promesa, la de amarte,
ya no será un eterno silencio,
sino que gritaré al cielo,
con rabia y con furia,
como el verdadero anhelo
de esta jodida vida, la mía.
Lo prometo…
déjame ser, déjate estar,
y verás la gula de mi pecho
por dejar día tras día,
con las arrugas de mi cara
y la plata de mi pelo,
pereciendo con la alegría
de saberme tu Prometeo.
@XaviviGarcía