–Y, ¿tú qué quieres ser de mayor?
-Yo, lo más difícil.
-¿Astronauta?
-No. Buena persona.
♡♡♡
Mi pasión está entre las letras, en solitario y con sentimiento en bicromía.
–Y, ¿tú qué quieres ser de mayor?
-Yo, lo más difícil.
-¿Astronauta?
-No. Buena persona.
♡♡♡
Decides hacerme feliz cuando creo que todo está perdido; entonces mis dedos piden permiso a los tuyos y se suman en un verdadero éxtasis de caricias.
Siempre quedará en mi mente ese corto recorrido de placer en octubre. Para mí eres eterna, como esa botella de sidra que te prometí y que jamás beberemos juntos.
Me conformo con que me ames en tan sólo dos líneas; pero sin punto final.
Federico se enteró del embarazo de su mujer. Desde entonces, reza todos las noches a Dios para que sean octillizos; si cada uno llega con un pan debajo de brazo, tendrán para algunos días de alimento.
Te recuerdo que no te he olvidado. Te sigo desde la distancia. Sé que no es lo mismo, pero me sirve para ver que te encuentras bien y estás cumpliendo tu deseo. No estás, y tengo demasiado tiempo para pensar. A veces cosas malas; no de ti, sino de mí. No sé llevar la situación. Cierto día me dijiste que uno se acostumbra enseguida a lo bueno. ¡Cuánta razón! Te fuiste, pero para cierto día volver. Cuando lo hagas, te veré desde la estación Olvido; junto al cruce Melancolía.
Quedé embaucada por su mirada y lerda presa fui en sus manos. Quiso castigarme, y lo hizo cuando otras mujeres visitaron nuestra alcoba. Quiso reducirme, y lo consiguió cuando me menospreciaba de continuo. Me reinventé y creyó querer rescatarme, pero a eso ya no le di la mano. Me identifiqué como libre personaje y ahora vivo lo que nunca me había imaginado.
Todo el mundo sabía que era necesaria la comparecencia para el lavado de imagen. Nadie imaginó que el encargado de la limpieza sería el bote de Cristasol, con el que iban a dejar impoluta la pantalla de televisión.
Después de la cena, observó los platos de los comensales y no tuvo más remedio que darle la razón. El cocinero televisivo con más fundamento del país no se equivocó al recomendar la receta, pero ojalá se hubiera olvidado ese día del chiste: al padre de su prometida no le resultó gracioso imaginar la última botella que su hija abriría en esa fiesta.
El frutero amaba a la verdulera. Quería poner el plátano entre los melones, pero ella no le dejó. A ella nunca le gustaron las rarezas, era una mujer de costumbres.