La indecisión del domingo

Imagen: JVico

Los domingos me recuerdan que la inmortalidad no existe, que sólo somos carne batida por el tiempo; que los sueños, esponjosos, no son más que el combustible que te hace pasar las hojas del calendario. Que el amor, desterrado a veces a la monocromía, no es más que la colección perdida de unas caricias que ya no recuerdan las curvas del deseo; que los besos, los que nunca nacen y quedan en las comisuras de los labios de uno mismo, son la lección importante del temario que suspendes por no haber hecho los deberes correctamente. Y, a pesar de todo, el último día de la semana, no es más que ese punto de partida que, nuevamente, indeciso, duda en si seguir o restar. En cualquier caso, jamás dejes la decisión de un lamento en lo hondo de una copa.