Sueños rotos

Sueño con mi rostro contra la pared , con una soga negra  apretando mi cuello, desorbitando mis ojos, vaciando la laguna de la ilusión que llenaste cierta vez con cada una de tus sonrisas. No, no puedo. La lengua, extirpada, medio caída por la presión, saborea la amargura de un campo árido. Siempre sin la posibilidad de sembrar ningún perdón, pero con mil arrepentimientos preparados para el cultivo. Desangro atardeceres con el mismo despecho de una navaja ante la bajada de la marea , sin posibilidad de recompensa. Tampoco merece la pena. Sueño con la expiración,  mientras el último suspiro clama tu nombre alentando lo que podrá llegar a ser: el eterno  silencio en mi, quizá en ti, y el murmullo de ellos.

Buscando el final

Imagen: Pixabay

No esperéis demasiado de la vida, mucho menos de la gente; ¿lo de trabajarlo? Una frase más al estilo Mr. Wonderful para novatos que emprenden la existencia sin haber catado un poco de la sal en la yaga. Y, ¿entonces? No somos más que un poema longevo, abierto, con la indecisión de la última palabra que finiquite el verso de la vida. Y ahí, solo con ese punto, quizá llegues a la conclusión de comprobar si valió o no la pena. En cualquier caso, el camino puede ser enriquecedor para los que poseen el don de la lucha. Para los otros, los vencidos e intoxicados por aquello de haber recibido un escupitajo en la sopa, carente de estrellas, quizá sea más que un camino de polvo sobre más polvo, donde la esencia de la humanidad, se resume en un combate de egos: insípido, cansino y detestable. Lo justo y necesario para pedir el punto final.

Desidia

Hace tiempo que decidí pasar; pasar de las bifurcaciones que llevan a laberintos. Pasar de los colores más oscuros del pantone y emperifollarme con los tonos pasteles; pasar de los chistes rancios que dejan moralejas avinagradas; pasar de los cantos de sirena, de la labia del vendedor de aspiradores y recetas milagrosas de la Thermomix. Hace tiempo que decidí seguir el rumbo sin mapa; nada de fichas de personaje, tan sólo con la cafeína de las seis de la mañana que dicta el ritmo de un día menos (lo de la medida del paso siempre me pareció una chorrada). Hace tiempo que soy indígena en mi propia historia, verdugo de mis propios sueños, enfermero de suspiros. Hace tiempo que decidí ser vagabundo y, a pesar de la contracorriente del viento y el denso flequillo de mi pelo, soy dueño de mi rumbo y desgracias; de las pupas que dibujan en mi costillar el despecho de un soñador que nota la sal en la profundidad de las heridas que provocan los fines de semana de infarto y desidia. Y, a pesar de todo, vomito la poca poesía que queda en mi interior en frases lapidarias como el sonido tónico en la palabra fin.

 

Aquí y ahora, lo dejo todo.

Ha llegado el momento de partir. Han sido muchos años aprendiendo, ideando y escribiendo todas y cada una de las historias que os he hecho llegar. Muchas de ellas firmadas con mi nombre. Otras, en cambio, escudado bajo pseudónimo. Corría el año 2013 cuando publiqué mi primer libro de relatos: «Historias desde la almohada». Por suerte, siempre he considerado que nunca me ha faltado la creatividad y, gracias a ella, siguieron muchas más publicaciones. En todo este tiempo, que ha sido bastante, he podido mejorar gracias a todas las críticas constructivas que he recibido de cada uno de mis lectores. Pero también he aprendido que, el mundo que habita tras la fachada del escritor de hoy en día, no me convence para nada. No voy ahondar en ello pero, en este último año he dado con las personas correctas y las charlas adecuadas para saber que esto no es lo mío. Y, por esto, aquí y ahora, lo dejo todo. Pero no lo hago de golpe. Por motivos de contrato, saldrá publicada mi última novela, la definitiva. ¿Después? Decir que abandonaré la escritura y la literatura es aventurarse demasiado, por lo que aprovecharé este, mi espacio, para aquellos escritos, poemas y reflexiones que necesite expresar. Para mí, aunque no venda, esa es mi verdadera literatura.

Quiero agradecer a todos los que siempre habéis estado ahí, a los  que de una manera u otra siempre me habéis animado a tirar adelante. Pero, ahora no; ya no toca más, por lo que este espacio quedará vacío durante un tiempo. Si queréis leerme, pedir los libros en vuestras librerías de confianza o en Amazon.

Yo me tomo un respiro. Os deseo unas felices fiestas. ¡Gracias!

 

JAVIER GARCÍA M.

 

Sobre espetos y héroes

Y si hablamos de la deshumanización,
del desprecio revalorizado de la persona,
nos daremos cuenta de la ecuación:
no por más querer ofrecer la mano
recibiremos menos el cuerno.

Thor ya no usa el martillo,
porque de rojo se ha manchado.

 

Superman ya no salva humanos,
por aquello de la astenia
y la alergia a los condecorados.

La araña, esa que dice ser hombre
de leggins y culito prieto,
ya no se desecha rencores.

No, ninguno, de ellos ya no saben
que en la humanidad y sus albores
existen peligros más que mutantes;
unos lo llaman alcohol,
otros, drogas inquietantes,
pero nadie, ninguno de ellos
ha querido ver que la vida,
sin pijama ni disfraces,
es más dura que el trozo de pan
y un chute de anabolizante.

Rogad por esos héroes
de pantallas de televisión;
con mentiras, sin polígrafo,
pero con la única versión
de que sus diretes en directo
es lo único que vale y vende.

Y, mientras políticos disuelven
manifestaciones con piedras y palos,
los de mallas prietas y seductoras,
cotizarán más el anhelo del dulce polvo
que el de un amor quemado a deshora;
siempre con el tufo de un espeto
en las horas más tórridas de un verano
casual en la Costa del Sol.

 

@XaviviGarcía