Fuimos poema

 

Imagen: Gordon Johnson (Pixabay)

No me hables de poesía
si tú no estás en ella;
de verdad, no lo hagas.

Desde que las yemas
de mis dedos te leyeron,
no encuentro más rima bella
que los pareados que poseía
mi sonrisa frente la tuya;
siempre lo hicimos
verso a beso.

La calidad de los adjetivos,
los justos y pactados,
conjugando la pasión a verbos
cada centímetro de tu cintura:
yo, tú; besar, amar, anhelar…

Ahora, convertido en un pasado,
duele tanto, como el pecado
de un poema sin los acentos
de tu nombre sobre mi pecho.

Por favor,
no me hables de poesía
si no eres capaz de recitar
el bello poema que fuimos.

@XaviviGarcía

 

Saxofón

Y, mientras tanto, entre sombras y más sombras, tan sólo somos un blues sin saxofón.

@XaviviGarcía

 

Manuscrito

Imagen: Pixabay

De ser cierto que la Tierra muere, pediré prestada tu espalda para escribir sobre ella mis últimos versos de mares y amores.

@XaviviGarcía

 

Sólo para romanos

Imagen: Pixabay

Esas veces que los sueños se desinflan, porque a pesar de ser cierto que todos los caminos llevan a Roma, Roma sólo es para los romanos.

@XaviviGarcía

 

Llueve

Imagen: Pixabay

Llueve en tus labios y yo sin poder mojarme.

@XaviviGarcía

 

Orfebres

Imagen: @XaviviGarcía

Días que amanecen entre plata y orfebres, para amansar un holgazán domingo que se despereza con nostalgia y aroma a café recién molido, siempre con el aleteo de una mariposa indecisa en posarse en el borde de la taza.

@XaviviGarcía

 

La mirada

 

Foto: @XaviviGarcía

Arde la marea
pasada la madrugada;
es incienso su mirada.

@XaviviGarcía

 

Angustia

 

Lo de verte,
sentir que pereces
tras una sonrisa solapada
al gris de tus venas,
no duele, hiere a muerte;
sobre todo por la coincidencia
de que tu último poema
rimaba con las lágrimas
de la danza que suscribe
el despecho de este amante,
que observa tu amarga lejanía,
por la inexperiencia del grumete
de un velero llamado Angustia.

@XaviviGarcía

Penitente

 

Imagen: Pixabay

¡No! ¡Que no puedo
permitirme jurarte!
No es cuestión de orgullo;
tampoco por el dolor causante,
sino por las amebas
alojadas en mi vientre,
que hacen que deshoje
las últimas fantasías
de un mal penitente
en el templo de tus piernas.

@XaviviGarcía