Navegando en lava

Nunca pensé que escucharía esas palabras de tu boca. Tampoco imaginé que sintieras tal sensación por mí. «Te amo», pronunciaron tus labios. Un segundo después, nuestras lenguas se encapricharon con navegar un mar de lava.

Imagen: Pixabay

Rosas

La joven, dolida, le preguntó a su abuela por el amor.

–¿Por qué algo tan bonito puede causar tanto daño?

La anciana, con su gesto dulce, acarició a la nieta e intentó consolarla.

–Las rosas, a pesar de su precioso color y agradable perfume, también tienen espinas; no es lo mismo ser florista que jardinero.

La chica sonrió.

Amor cobarde

El amor se convierte en cobarde, cuando las miradas no son más que espuma acariciando el vacío de dos corazones sedientos por acariciarse.

Hojalata

Siempre fuiste un sueño en blanco y negro; el sonido a hojalata de un corazón que se parte en dos en una estación con destino al olvido.

Sediento

Agosto te pinta con cada uno de sus rayos de sol, necesitado de brisas marinas para calmar las calenturas de madrugada. Y mientras tanto, entre anhelo y suspiros, se desdibuja esa sensación de sentirse abandonado a tu propia suerte. La cretina canícula, en soledad, sólo exhibe en sueños la silueta de tus curvas; y al final, duele, porque a pesar de todo, todavía no he quemado las yemas de mis dedos en tu piel.

Pescando la vida

Tras varios días de intentos, al final logré pescar mi primer pez: «¿Y ahora qué?», le pregunté a mi abuelo; «Ahora devuélvelo al agua…», respondió sonriendo a la vez que cortaba el sedal. Tardé mucho tiempo en comprender aquella tontería.