Absurdas promesas

Dejo mis lágrimas por testigo de lo que siento; aún noto la humedad que han dejado sobre mis mejillas. No es que sea un hombre blando, es más bien el exceso de amor que supura mi corazón, y provoca que tus palabras sean mayor tormento.

Imagen: Pixabay

¿Recuerdas la última vez que me dijiste «te quiero»? Haz memoria, seguro que no das con la fecha, ni el momento. Te diré cuando fue; aquel día en el que sin apartar tus ojos de los míos, confirmaste ante Dios lo que siempre me habías jurado: «Sí, quiero». Y resultó ser una absurda promesa que con el tiempo se fue desvaneciendo. ¿Ahora lo recuerdas? Si lo has hecho y no has sentido la misma humedad que la mía en tus pómulos, entonces es que siempre has mentido.

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