
Me declaro culpable
de mis manos
sobre tu cintura;
de los cantares
de almohada,
mientras te decía
que contigo, en mí,
no existía más agonía
que la de un cheetos en tu boca;
siempre he anhelado tu mordida.
Sí, soy culpable…
de la rima de tu mirada
pactada con la mía,
en un amor que no veía
el peligro de Despeñaperros.
Y, a pesar de todo,
del dolor de la penitencia
y haber pasado al olvido,
aún te amo sin peros;
aunque dueles tú, yo…
y las promesas sin cumplido.
@XaviviGarcía