
Esto no es un relato, pues siento que ya no estás. Pienso guardar la brújula en el baúl de mimbre que cosí con tus caricias; atreverme a gritar tu nombre a la tempestad, pues no es más que cada uno de los días que llevo sin ver la claridad de tus ojos. No, definitivamente no es un relato. Es una autobiografía sin puntos suspensivos; el punto final.