Tres piernas

Llevaba corriendo más de una hora, con ritmo ligero. A pesar del excesivo sudor que resbalaba por su cuerpo desnudo, no estaba cansado, ni siquiera le flaqueaban las fuerzas. Estaba acostumbrado a recorrer diariamente aquella pedregosa serranía. Lo único que le molestaba era el ruido producido por el balanceo de su sexo al golpear las piernas. Sus compañeros le consideraba un torpe, y por eso nunca salían a cazar con él.

Esa mañana tuvo mucha suerte. Fue el primero en llegar al poblado, eso no había ocurrido nunca antes, y aprovechó para exhibir su cacería. Las hembras apenas se fijaron en el botín, habían clavado su mirada en algo que les llamó la curiosidad y que jamás antes habían visto: tenía su entrepierna cubierta. Mientras cazaba, se hartó de su problema. Se le ocurrió despellejar uno de los animales que había matado, y elaboró unos paños con los que cubrió su miembro,  de esta manera evitó espantar a los animales. Consiguió la mejor cacería que la comunidad había hecho en meses.

Al rato regresaron el resto de hombres con las manos vacías. El líder se sorprendió, no le pareció normal que el torpe del grupo hubiera obtenido todo ese premio él solo. Pensó que algo extraño sucedía, y fijó su mirada en el abultado taparrabos del hombre. Se acercó a él, y con furia lo arrancó. Se equivocó, allí no se escondía ningún tipo de arma, tan sólo un descomunal miembro. Decidieron que a partir de ese momento iría con el resto de hombres a cazar. Creyeron que el falo tenía propiedades mágicas y no quisieron desaprovecharlo. Lo guardaron a buen recaudo bajo el taparrabos, no querían que se estropeara. No estaba la cosa para desperdiciar la buena racha del «hombre con tres piernas».

Maullando a la luna

«Nunca mires atrás, Gerardo», le solía decir su mujer. Ella se marchó para no regresar jamás. Él se había acostumbrado a la soledad, ya no le importaba reír solo. Llorar tampoco le ofuscaba. Sus lágrimas no eran más que diminutas gotas de sal. Le iba bien hacerlo de vez en cuando, sobre todo cuando la recordaba. Diez años sin ella, sin su olor. «Ya queda menos para volver a verte», decía todas las noches cada vez que sacaba la basura.

El gato, su único amigo, en esa ocasión no durmió junto a él. Se marchó de allí. Notó el frío entrando en la habitación del anciano, y prefirió maullar a la luna. Se acababa de dar cuenta de que se había quedado sólo y sin restos de pescado que masticar.

La voz

Es tu voz la que me convence de continuo que soy feliz. Es la encargada de calmar mi rabia, la furia. Me acomodo cuando escucho su principal melodía: «relájate». Entonces soy capaz de cerrar los ojos y sobar la paz. Estás conmigo, los dos solos, ningún problema más. Me susurras al oído esa balada que tanto me gusta y caigo dormido en tus brazos. Tocas mi pelo, convertido en un nido de caricias, eso sí que es felicidad.  Despierto y entonces me veo solo, pero aún logro escuchar tu voz. Me vale con eso.

Chupasangre

Primero ojeó a su víctima. Cuando se aseguró de que era la persona que buscaba, esperó a que la luz desapareciera. No le importó aguardar, era muy paciente. Ella se durmió, entonces el monstruo la acechó. Se acercó con sigilo hasta sus piernas. La mordió, bebió su sangre. Sólo fue una víctima más esa noche. El verano acababa de empezar.

Congelado

Me perdí en mitad de una montaña nevada. Me equivoqué de senda y el jodido GPS se quedó sin batería. Acabé cobijado, acurrucado, tras una enorme roca creyendo que allí estaría a salvo. Fue un error, el frío era el mismo en todo aquel maldito lugar.

Cuando a punto estuve de arrojar la toalla, de creer que mi cuerpo quedaría allí inerte para la eternidad, vi acercarse hasta mí un bulto grande y peludo. Ladró para llamar mi atención, entonces comprobé que se trataba de un San Bernardo de rescate. En su cuello colgaba un barril de esos que contiene licor de alta graduación,  para hacer entrar en calor a la gente perdida como yo.

Acaricié al perro para ganarme su confianza, le gustó. Le quité la barrica y cuando ya me veía quemando mi garganta con su contenido, me topé con una auténtica putada: el depósito se abría insertando monedas de euro. Yo no llevaba calderilla encima, tan sólo una puñetera tarjeta de crédito. ¡Me quedé jodidamente congelado! Para todo lo demás, Mastercard.

Siroco: 2ª. Edición

Cuando publiqué Siroco, en el 2015, lo hice con la ilusión de un novato que ve su obra en papel.  Para un escritor su primera novela siempre es especial. Es el resultado de una creación literaria: tramas, subtramas, personajes, escenarios… y su publicación significa desnudarse al mundo. Es justo ahí cuando empieza el recorrido del autor y su libro, adentrarse en universo cargado de incógnitas: soy novel. ¿Gustará la lectura? (Y otras cuestiones derivadas de la pregunta).

Ha pasado mucho tiempo desde que Loisele apostó por la edición y publicación de aquel Siroco  azul (siempre dije de la primera edición, que era una novela negra vestida con el color del Mediterráneo). Tanto tiempo, que tras agotarse los ejemplares y recuperar los derechos, he decidido tomar las riendas de mi libro para sacar una segunda edición, con un cambio estético global. Siroco se merece otra oportunidad, porque es una historia completa que no ha tenido suerte y ha naufragado como una de las pateras de su trama.

Durante los últimos años he comprobado las cosas que he hecho bien, y otras que hice mal. He tenido la suerte de ser invitado a ferias del libro, y entablar conversación con los lectores. He aprendido que cada libro tiene su público, y que a veces hay que ahorrarse preguntas como esa con la que todavía tengo pesadillas: «¿Te gusta la novela negra?«, para que al final terminen rompiéndote el marcapáginas que ofreces (sí, eso me ha pasado). He asimilado que el libro tiene que atraer a la gente, no tú. No estoy diciendo que la primera portada de Siroco no fuera atractiva (a mí personalmente me encanta, porque destila la esencia del libro), pero como he dicho antes, cada novela tiene su público y para la segunda edición he optado por darle un toque muy característico: el pulp, el noir, en definitiva, la novela negra.

La semana pasada salió a la venta el nuevo Siroco en digital. Este formato es otra de las novedades. Creo que hay que adaptarse a los nuevos tiempos, y no poner el libro en ebook  hubiera sido un error. Desde el lunes pasado ya tenéis a vuestra disposición la segunda edición de Siroco en  Amazon, a través de mi web, o cualquier librería facilitando el ISBN.

Siempre he creído que la vida de Jorge Alarma y Anthony merecía mucho más recorrido que esa primera edición que se agotó con el tiempo. Yo he apostado por ellos con la esperanza de que Siroco pueda terminar en tu biblioteca, porque sé que es una historia que gustará (podéis ver las críticas en Internet). Así que a los valientes que decidáis adentraros en sus páginas, os agradezco de antemano la confianza que habéis puesto en mi escritura.

Permitidme que me despida con esa frase que tanta risa ha desatado en mi círculo cercano: «¿Te gusta la novela negra?»; Siroco es mucho más que eso.

Endei 2019

Ayer fue mi primera vez. Puede parecer extraño que un autor como yo, de aquí, todavía no hubiera asistido a un evento de editores, escritores y demás gente del mundillo, tan importante y consagrado a nivel nacional. Siempre han sido motivos laborales y personales los que nunca me dejaron conocer en primera persona el ENDEI. Ayer lo logré, y la verdad que fue una jornada muy interesante.

Acudí a los Speed Dating con la intención de conocer a gente, de mostrar algunas de mis obras que están en el cajón, y de paso saludar a mis amigos de La Virgulilla, que no se pierden ni un sarao cultural. ¡Esta gente vale mucho!

De entre las diversas citas que tuve con editoriales, la más molona fue la que tuve con mi propia editora, Amelia (Unaria Ediciones). A ver, no fue ninguna sorpresa porque en mi listado aparecía su editorial y en su listado se reflejaba mi nombre, pero sentarme frente a ella fue una sensación algo extraña a la vez que bonita. Del folleto que le proporcioné, estuvo genial verla subrayar dos títulos.

Tenía un listado de citas con numerosas editoriales, muchas de ellas con una línea que no se ajusta a mi perfil, pero aún así pasé a saludar. Emocionante fue conocer a los editores de Talentura (un tío muy majo) y Reino de Cordelia, un hombre que en apenas cinco minutos me dio una muy buena impresión profesional.

En definitiva, la mañana del sábado aparecí en el ENDEI con un listado de 4 obras en el cajón: un thriller, una historia juvenil con vivencias que destilan conocimiento, y dos comedias románticas que me parecen muy divertidas; me entristeció un poco no poder hablar de estas últimas, porque de las citas asignadas no había ninguna editorial con este tipo de línea en concreto.

Si he de ser sincero, no creo que salga algo de estas mini entrevistas, pero lo que sí tengo claro es que ha sido un evento mucho más que interesante para descubrir y tomar contacto con profesionales del sector del libro.

El sonido del saxofón, Estela Ferrero Marco.

Hoy, mi compañera y presidenta de Tirant lo Groc, Estela Ferrero, ha presentado su nueva novela: El sonido del saxofón. Atrevería a decir por lo que ha comentado, y por el título tan sugerente, que voy a disfrutar mucho de la lectura. Si todavía no la conocéis, tomad nota de su nombre, porque esta joven risueña tiene un futuro muy prometedor. ¡Enhorabuena, Estela!

SINOPSIS
Elísabet es una chica alegre, simpática, divertida y alocada. Es enfermera y vive enamorada de su trabajo. Su vida empieza a cambiar cuando conoce a Mateo, un chico tímido y de ojos negros que toca el saxofón. Elísabet se enamora locamente de él hasta el punto de dejarlo todo y marcharse a vivir con él a otra ciudad. Cuando la relación entre ambos está en pleno auge, un terrible accidente hace que toda la vida de Elísabet cambie por completo y tenga que regresar a su ciudad natal junto a sus padres.
Meses después, conocerá a Ferran, un chico dicharachero de ojos negros que, casualmente, también toca el saxofón. Una segunda historia llena de celos, inseguridad y algún que otro engaño, por la que la vida de ambos irá cambiando poco a poco. Cuando Elísabet decide marcharse a otro continente para olvidarse de Ferran, descubrirá algo que la unirá a él de por vida.
A su vuelta, el secreto que esconde, un nuevo accidente y la novia de Ferran harán que la vida de ambos dé un giro de ciento ochenta grados en el que, quien sabe, si podrán tener un final feliz.
El sonido del saxofón es una novela en la que el amor y la tragedia se cruzan una y otra vez.

Penumbras: donde duermen las pesadillas

Los que me conocen saben que soy una persona con la mente inquieta. Siempre estoy tramando cosas que me gustan. Algunas de ellas llegan a buen puerto. Otras, en cambio, se quedan justo en mi cabeza, divagando y mordisqueando mi conciencia para salir (sean buenas o malas, todas quieren pasear). Lo primordial para que se cumplan es hacerlas con ilusión, que llenen a uno mismo, y si es posible a los demás. Ese es uno de los placeres que he descubierto en los últimos años, hacer cosas por el resto de gente y rodearse de personas con buenas vibraciones.

«Penumbras: donde duermen las pesadillas» ha sido una de esas ideas que maduró en mi cabeza, tanto que salió a la luz con tal poder, que no tardé en captar ayuda para el proyecto. En un principio se trataba de una concepción muy básica: recopilar relatos de terror, destinados al público juvenil, y publicarlos con una editorial que apostara por un proyecto solidario.

En el primer aspecto, no tardé en encontrar una tripulación más idónea para que Penumbras pudiera consolidarse. Le comenté el proyecto a mi buen amigo Jose Sanchis Mezquita, que sin dudarlo sumó dos relatos suyos a los que yo ya tenía escritos. Hasta ahí todo genial, la ilusión por dar vida a nuestras aventuras, pero sin más peso para poder llevar a cabo el libro. Y en esas, apareció entre las nubes (sí, fue así más o menos, como un superhéroe) Israel Quevedo Puchal, que junto a sus dos relatos también trajo uno de su hermano, Javier Quevedo Puchal, un auténtico genio a nivel nacional en cuanto a la literatura de terror (no es que lo diga yo, lo dicen los múltiples premios que sus novelas han recibido).

¡Gozada nivel máximo! Me convertí en el coordinador de una antología de relatos de terror, cuya única finalidad era elaborar textos sugerentes para atrapar al lector, y de paso, ayudar a alguien que lo necesitase de verdad: nuestros beneficios irían destinados a una ONG.

Tras unos meses, y con nuestros relatos lo más depurados posible, empezó mi tarea para encontrar una editorial interesada en publicarlos. En un principio se presentaba como algo bastante difícil, ¿quién iba a querer publicar una antología con las condiciones que habíamos ideado? Para mi sorpresa, fueron varias las editoriales que mostraron su interés en Penumbras (es lo que tiene el libro, buenos escritores y mejores personas), pero al final nos decantamos por la opción de Onyx Editorial, pues desde un principio aceptó como un reto ilusionante el poder editar el libro.

Sus ideas nos embelesaron: una edición mimada hasta el último detalle, con ilustraciones únicas para despertar la gana de los lectores del género, la genial ilustradora Kristina Loren ha dado vida a nuestros relatos. Y así fue, el tiempo ha guisado con mimo el libro, y Penumbras ha nacido para deleitar y ayudar, porque los beneficios de los autores van a ir destinados a DELWENDE, cuyo objetivo es trabajar para que los más pequeños puedan tener lo básico.

No soy de extender demasiado mis escritos, pero esta ocasión lo merecía. Estoy contento,  muy orgulloso de cada persona que se subió en aquella barcaza hecha de palos y mimbre, que se tambaleaba, pero cargada de sueños. Queridos lectores, hemos puesto en vuestras manos lo mejor de nosotros como personas, esperando que podáis pasar grandes ratos de buena, inquietante y terrorífica lectura. ¡Vuestro miedo será por una buena causa! ¡Os lo juro!

Si queréis comprar el libro, podéis hacerlo aquí:

“Penumbras” Varios autores